beethik en la XXI Semana de Ética y Filosofía política

El 4 de febrero de 2023, beethik llevará a cabo el taller «Cómo aplicar la ética en la toma de decisiones vinculadas a las Inteligencia Artifical» en el marco de la XXI Semana de Ética y Filosofía política que se celebra en la Universitat Jaume I de Castellón.

En el taller practicaremos cómo aplicar la perspectiva ética a la toma de decisiones, como herramienta esencial para prevenir y reducir los riesgos éticos y los impactos que, en las personas y la sociedad, pueden tener las decisiones tomadas en el ámbito de la Inteligencia Artificial.

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Conexiones beethik: entrevista a Gemma Carbó

Directora del Museu de la Vida Rural de la Fundació Carulla. Es historiadora, gestora cultural y doctora en Ciencias de la Educación en el ámbito de las políticas culturales y educativas. Es docente en la UdG y la UOC. Forma parte del Consejo rector del Museo Nacional de Ciencia y Técnica de Cataluña y del Consejo asesor de la revista Periférica Internacional para el análisis de la cultura y políticas culturales. Ha impulsado la creación de la asociación de Conarte Internacional para las artes en la educación y es presidenta de la Fundació Interarts, que trabaja en clave de cooperación cultural internacional.

1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?

Me lleva a pensar en tener una actitud, profesional pero también vital, totalmente comprometida con lo que, a nivel universal, hemos acordado como derechos fundamentales de las personas y de los seres vivos en general. Es una actitud a la que deberíamos tender, la meta que deberíamos tener siempre presente y que debería llevarnos a hacernos constantemente una autoevaluación en relación con las decisiones y los impactos que generan. Me gusta la cuestión de la radicalidad ligada a la ética y la responsabilidad porque implica deberes aparte de derechos.


2. Desde el Museo de la Vida Rural estáis llevando a cabo un amplio conjunto de acciones orientadas a poner en valor los saberes que la mirada rural nos pueden aportar en la resolución de los retos actuales, también en el ámbito urbano. ¿Cómo pueden ayudarnos estos saberes, esta tradición, en la respuesta a los retos sociales más actuales?

El mundo rural de antes de la industrialización, que es el que presentamos en el MVR, estaba directamente relacionado con los ritmos naturales y con la tierra. A menudo lo hemos mirado con una perspectiva o muy negativa (la modernidad era la antítesis de la vida en el pueblo) o excesivamente bucólica, romántica y positiva (cuando idealizamos la naturaleza). Pero las lecciones interesantes que podemos extraer de esta otra forma que teníamos de vivir son las que la analizan desde una perspectiva crítica constructiva. Hay muchos aspectos que probablemente nos convenga recuperar en clave contemporánea, como la gestión de los recursos forestales, el aprovechamiento de los materiales orgánicos y naturales, los ritmos más lentos de vida y los sistemas de gestión de los elementos comunales o las formas de mutualidad . Otros en cambio, que no queremos tolerar, como las desigualdades de género, el peso de la religión y la tradición, el maltrato a la infancia o la falta de acceso a derechos fundamentales que probablemente se han resuelto algo mejor en entornos urbanos.


3. Eres, indiscutiblemente, una referente cuando hablamos de cultura y sostenibilidad. ¿Cuál es el papel que debe tener la cultura en la construcción de esta sociedad sostenible que tanta falta nos hace?

Hablar de cultura siempre es difícil porque es un concepto como el de educación, que engloba demasiadas cosas distintas y abstractas. Por eso, cuando hablamos de este vínculo entre cultura y sostenibilidad es bueno concretar desde dónde hablamos. Por ejemplo, como sistema o sector, el cultural está configurado por los equipamientos, por los trabajadores y trabajadoras, por las entidades e instituciones que, como en el resto de sectores deben pensarse en clave de sostenibilidad. Esto significa gestionar los impactos ambientales, sociales y económicos de nuestros proyectos y las condiciones de nuestros puestos de trabajo o los modelos de relación que hemos establecido con la ciutadania, por ejemplo.

Pero la cultura es también el conocimiento, la memoria y la creación contemporánea, es decir, los lenguajes con los que nos comunicamos y los relatos que construimos a través de la música, la pintura, el cine, los videojuegos, el teatro… En este sentido, la cultura tiene aquí una doble tarea en relación con la sostenibilidad: hacer accesible a todo el mundo el conocimiento y los saberes acumulados a lo largo de nuestra historia y ponerlos al servicio de la imaginación y la creatividad para dibujar nuevos escenarios posibles de futuro, es decir, de la formación y la educación en nuevas competencias y capacidades de las personas.


4. Hace poco, en una jornada en el territorio animabas a lo siguiente: “Desarrollamos la mirada crítica, planteamos los retos de la sostenibilidad, trabajamos la Agenda 2030 con niños y niñas de todas las edades de manera artística y estética, y convocamos a la comunidad a disfrutar de una forma estética que también queremos que sea ética, hablando de los retos comunitarios”. ¿Cuáles son los grandes retos de este objetivo que debemos conseguir desde la comunidad?

A menudo, cuando nos planteamos los retos de la sostenibilidad, nos asustamos ante la dimensión de la tragedia. El miedo nos paraliza y, como bien saben los activistas ambientales, nos lleva a una cierta forma de “negacionismo” que es pensar que nuestro compromiso no tendrá ningún impacto. Los lenguajes y los procesos artísticos pueden ayudarnos a desbloquear comunidades proponiéndoles una forma creativa de hacerse preguntas y buscar respuestas, en diálogo con la ciencia, pero pasando también por las emociones y el disfrute de la belleza. No es sencillo ni está exento de riesgo. La cultura y las artes, como la ciencia, pueden justificar actitudes muy contrarias a los valores éticos universales. De la misma forma que tienen el poder de crear relatos positivos lo tienen a la hora de convencer sobre actitudes nefastas. Pero bien utilizadas, las artes y los procesos de creación con las comunidades permiten sumar y conectar conocimientos y capacidades colectivas y trabajar desde esta perspectiva, en alianza es justamente lo que propone el ODS 17 como clave para todos los demás ODS.


5. Cerráis ahora, en el Museo de la Vida Rural, la exposición “Generación [RE]. ¿Continuidad o cambio?”, con un llamamiento claro a la necesidad de una nueva generación que sea protagonista de los cambios sociales que nos piden los tiempos actuales. ¿Cómo describirías esta generación [RE]?

Como dice la comisaria de la exposición, Anna Andevert, es una generación que no se define por el año de nacimiento, sino por su actitud ante la vida. Una generación a la que la suma de crisis que se van sucediendo cada vez con mayor rapidez e intensidad les ha llevado a pensar en serio cómo quieren vivir y han optado por ejemplo, por volver al pueblo como ha hecho ella. Lo que comparten como generación es la voluntad de re-definir, re-pensar, re-descubrir otras formas de hacer, formas alternativas de trabajar, de convivir o de cuidar unas de otras.

La exposición tiene una parte final que invita al visitante a explicar cuál ha sido su proceso personal o colectivo de reinvención después de la pandemia y hemos quedado impresionados del retorno que ha habido y de la suma de proyectos y propuestas que hemos recogido, desde modelos cooperativos para hacer frente a temas de vivienda, iniciativas empresariales fundamentadas en valores ecológicos, proyectos vitales ligados a la naturaleza ya los pueblos, procesos participativos políticos etc. Casi todas ellas implican una fórmula comunitaria alejada de los egoísmos e individualismos.


6. Decimos que la cultura transforma la sociedad y, seguramente, hoy es más cierto que nunca que necesitamos las artes, la cultura, para conectar con la dimensión emocional que debe ayudarnos a provocar impactos, cambios, reales. ¿Por qué es importante hoy la cultura?

Nuestra gran herramienta para cambiar las cosas es la imaginación. La realidad es tanto lo que vivimos como la forma en que lo explicamos. La especie humana tiene la gran capacidad de poner palabras, imágenes, sensaciones a las vivencias y comunicarlas para ir haciéndolas crecer. Para trabajar esta imaginación necesitamos referentes, ejemplos lo más diversos posibles, herramientas para aprender a hablar y explicarnos a través de muchos lenguajes.

Una idea compartida puede convertirse en un proyecto que sume diversas capacidades y talentos, que anime y haga sentirnos que formamos parte de una comunidad. La cultura es sobre todo este espacio de participación que a veces es una fiesta, un concierto, una lectura compartida o un aprendizaje conjunto y las artes son los lenguajes diversos con los que nos comunicamos de formas que pueden ser bonitas, provocadoras, inspiradoras, emocionantes en definitiva.

Si la cultura es comunicación y participación, es evidente que es esencial para cambiar actitudes y realidades.


7. A lo largo de toda tu trayectoria, y también ahora desde el Museo de la Vida Rural, defiendes de forma clara la importancia de incorporar los nuevos paradigmas de la sostenibilidad en el ámbito educativo. ¿Qué papel tiene – o debe tener – la educación, en este cambio social que reivindicas?

No podemos entender la educación desvinculada de la realidad. Educamos para dar herramientas que ayuden a vivir y por tanto, deberíamos estar renovando constantemente estas herramientas. La Unesco ha ido siempre liderando reflexiones sobre lo que significa educar y cómo hacerlo de acuerdo con las necesidades de cada momento. Hoy es evidente ya para todos que los modelos de vida basados en el crecimiento ilimitado y en el uso abusivo de los recursos naturales y humanos es insostenible. Educar para la sostenibilidad no será fácil porque significa educar para cambiar cosas y la educación hasta ahora, había sido justamente la gran herramienta para garantizar la continuidad del sistema, para transferir conocimientos que se consideraban relevantes para seguir viviendo como vivíamos.

Aunque en mi opinión todavía se habla mucho de currículos, los profesionales de la educación están buscando métodos y propuestas para desarrollar en las aulas, competencias y capacidades individuales y colectivas. Aprendizaje servicio, trabajo comunitario, aprendizaje basado en problemas, educación 360 son conceptos que están ahora sobre la mesa y que nos hablan de cómo educar, pero la agenda 2030 nos da lo más importante que es justamente el porqué o el para qué educar sobre todo si la vinculamos a la agenda de derechos humanos.


8. ¿Cuáles son los valores que crees que deberíamos compartir socialmente y que podemos promover desde la cultura y la educación para la sostenibilidad?

Algunos son valores que siempre hemos reivindicado en educación y cultura como el pensamiento crítico, esto tan sencillo de decir y tan difícil de trabajar bien. Otros son muy novedosos, como el de repensar nuestra posición en relación con otros seres vivos y abandonar el antropocentrismo defendiendo valores de respeto y cuidado hacia todas las personas, animales y plantas. Otros valores esenciales en educación y cultura para la sostenibilidad son el respeto a las leyes y las normas, la empatía, la solidaridad, la constancia y el esfuerzo, la implicación y la responsabilidad.


9. Finalmente, si tuvieras que ilustrar con tres palabras qué significa para ti incorporar la ética a la toma de decisiones, ¿cuáles serían?

Compromiso, honestidad, confianza.