Conexiones beethik: entrevista a Olinda Anía

Olinda AníaExperta en políticas de modernización y de reforma de la Administración de la Secretaría de Administración y Función Pública del Departamento de Gobernación, Administraciones Públicas y Vivienda de la Generalitat de Catalunya y secretaria del Comité Asesor de Ética Publica.

 

 

1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?

Me sugiere la incorporación e integración de los valores que nos identifican como sociedad, como organización, en todos y cada uno de los espacios privados y públicos. Es decir, valores compartidos y que señalan como actuar, individual y colectivamente, para lograr tener la sociedad en la que queremos vivir. Porque no se puede entender la responsabilidad sin ética, ni la ética sin responsabilidad.

2. En los últimos años han proliferado la realización de seminarios, jornadas, talleres y conferencias sobre ética aplicada a las organizaciones en los que tú has participado activamente. También se han creado códigos de ética y de conducta, comités de ética, espacios de reflexión ética, etc. ¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que justifica este interés creciente por la ética?

Creo que el interés creciente por la ética es consecuencia de haber alcanzado un nivel de bienestar al que no se está dispuesto a renunciar. La corrupción política, los desastres medioambientales, las injusticias y desigualdades sociales, la precariedad laboral ponen en riesgo este estado del bienestar y esto ha generado una desconfianza hacia los poderes públicos, las instituciones y los partidos políticos en los que se había delegado la defensa y impulso del bienestar colectivo. La ciudadanía ahora es una ciudadanía activa, que exige participar y sobre todo exige aquellos poderes públicos, instituciones y partidos políticos, que rindan cuentas de lo que hacen, porque lo hacen y cuánto cuesta lo que hacen. Hay una conciencia social de que las malas prácticas perjudican a todos en mayor o menor grado y que todos estamos implicados en evitarlas o minimizarlas. Y está claro que, al margen de ideologías, hay un sustrato común que nos identifica como sociedad, que son los valores éticos. Por todo ello, creo que hay un interés creciente por la ética, como espacio común que nos permite avanzar como sociedad, que facilita la convivencia y que debe permitir preservarla para generaciones futuras.

3. En junio de 2016 se publicó el Código de conducta de los altos cargos y personal directivo de la Administración de la Generalitat de Catalunya y de las entidades de su sector público ¿nos puedes explicar cómo nació y para qué?

La Ley de Transparencia, Acceso a la Información y Buen Gobierno ha sido sin duda el motor que ha impulsado la aprobación de este Código de conducta de los altos cargos y directivos del sector público, ya que establece la obligación de que las administraciones y sus entes se doten de códigos de conducta de altos cargos que desarrollen los principios éticos de actuación establecidos en la ley, y además, determinen las consecuencias de incumplirlos. El actual código de conducta, tiene un antecedente inmediato muy claro, el Código de buenas prácticas para altos cargos de la Generalitat de Catalunya de 2013, iniciativa que se enmarca dentro del programa de 51 medidas para la Regeneración Democrática y la transparencia propuestas por el presidente de Catalunya en aquel momento, tras la celebración de las dos cumbres sobre regeneración democrática. Este Código era meramente programático, formulaba una serie de principios con una finalidad deontológica, pero no preveía ningún mecanismo de seguimiento y control.

El actual Código de conducta supone un paso cualitativo adelante muy importante en tanto que prevé no sólo las consecuencias de su incumplimiento, con una remisión expresa al régimen sancionador establecido en la Ley de Transparencia, y también un mecanismo de control interno que es el Comité Asesor de Ética Pública.

4. De todo el contenido recogido en el Código, en tu opinión, ¿cuáles son los tres ámbitos de actuación más relevantes sobre los que habría que incidir en la práctica a corto plazo?

Los ámbitos de actuación más relevantes son, sin duda, los relacionados con conflictos de interés, con las buenas prácticas en la contratación pública y en relación con los grupos de interés y agenda pública. Son, los tres ámbitos donde el riesgo de corrupción es más alto, y por lo tanto habría que avanzar en desarrollar medidas preventivas, protocolos de actuación y mecanismos de seguimiento y de control.

5. Tradicionalmente se dice que con la publicación de un código de conducta no es suficiente, que se necesita hacer más cosas para que realmente su contenido impregne las actitudes y los comportamientos de las personas en el día a día. ¿Cuáles serían las principales actuaciones que se necesitan hacer para que el Código de los altos cargos y personal directivo se implante en la actividad cotidiana?

Es evidente que la aprobación de un Código de conducta es un paso importantísimo, pero no deja de ser un primer paso de los muchos que hay que ir haciendo, para ir asentando la cultura ética en la Administración a partir de la ejemplaridad en la actuación de sus altos cargos.

Es por ello que el Comité asesor de Ética pública aprobó el pasado mes de enero, el plan de actuación 2018 que se articula a partir de cinco ámbitos clave: código de conducta, Colaboración intra e interdepartamental, coordinación institucional, formación y difusión e información. Cada uno de estos ámbitos tiene asignados unos objetivos y definidas unas actuaciones para alcanzarlos. El Plan de actuación anual permite no sólo avanzar en la implantación del Código de conducta, con una visión estratégica, de conjunto, sino también rendir cuentas anualmente de la actividad del Comité asesor de Ética Pública.

6. ¿El resto de personas que trabajan en la administración pública, incluida la administración local, también disponen de un código ético o de conducta? ¿En qué momento se encuentra su implantación? ¿Qué recomendaciones le harías a un equipo de gobierno local que tiene un código de conducta, pero que no sabe por dónde empezar su implantación?

La Ley de transparencia, acceso a la información y buen gobierno obliga también a los entes locales a elaborar códigos de conducta de los altos cargos. Para facilitar el cumplimiento de esta obligación, se constituyó un grupo de trabajo en el marco de la Red de Gobiernos Transparentes de Catalunya (marco de colaboración entre la Administración de la Generalitat, el Consorcio de Administración Abierta de Catalunya, la Escuela de Administración Pública de Catalunya, las diputaciones de Barcelona, Girona, Lleida y Tarragona, la Asociación Catalana de Municipios y Comarcas y la Federación de Municipios de Catalunya, para el desarrollo e implementación de la ley de transparencia).

El grupo de trabajo elaboró un modelo de código de conducta de los altos cargos de los entes locales y una guía de aplicación, que se presentó el mes de mayo de 2017, para facilitar a los entes locales la aprobación de los correspondientes códigos de conducta.

Para implantar un código de conducta está claro que lo primero que hay que hacer son acciones de sensibilización, de información y de formación, tanto a los destinatarios del Código de conducta (cargos electos i directivos de los entes locales), como a los servidores públicos de los entes locales y también a la ciudadanía.

Se debe dar a conocer el contenido del Código, lo que implica, las obligaciones que contiene, las responsabilidades que se deriven de su incumplimiento y como exigirlas. Es del todo necesario que, tanto los cargos electos y directivos, como los servidores públicos y ciudadanía en general, conozcan cuáles son los principios éticos que rigen la actuación pública de los cargos, unos para que los cumplan y adecuen su conducta pública y los otros para exigir el respeto a este marco ético y si fuese necesario, exigir las responsabilidades que correspondan.

7. Si tuvieses que ilustrar con tres palabras qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones, ¿cuáles serían?

Las tres palabras serían reflexión, análisis y valoración en la toma de decisiones.

Estas tres palabras llevan implícitas dos ideas: necesidad de cuestionarme por qué y para qué tomo una decisión y valorar si la tomaría si tuviese un impacto en mi círculo más cercano y querido.