Conexiones beethik: entrevista a Esperança Esteve

Esperança EsteveMiembro del patronato de la Fundación Ayuda y Esperanza y directora actual de la organización.

Ha trabajado como directora del Área de Servicios a la Persona y Sostenibilidad y Comisionada para temas de Inmigración en el Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet y ha sido diputada en el Congreso entre los años 2004 y 2015, entre otras actividades

También ha sido profesora de la Fundación Pere Tarrés en la Universidad Ramon Llull y ejerce de profesora colaboradora de diversas organizaciones y universidades.

Es miembro de organizaciones dedicadas a los derechos de personas inmigradas, de salud pública y de servicios sociales.

1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilitat radical?

Me sugiere una nueva investigación de valores que fundamente la manera de vivir y de hacer de las personas y grupos en el momento actual. Básicamente es una manera de concebir las actuaciones centradas en lo que es bueno para la comunidad y desde la comunidad. Es una forma de pensar más en el nosotros colectivo que en el yo individual.


2. Estamos viviendo una situación de emergencia sanitaria y social sin precedentes, que seguramente cambiará nuestra manera de vivir en los próximos años. Esta situación genera necesidades de apoyo emocional en la ciudadanía. En el Teléfono de la Esperanza, que actualmente diriges, ¿estáis notando estas nuevas necesidades? ¿Qué apoyo necesitan actualmente las personas que piden que una voz amiga les responda?

El servicio del Teléfono de la Esperanza ya tiene 51 años. Desde los inicios, su fundador comprendió que había que ofrecer un espacio de escucha a las personas que lo necesitaban sin contraprestación y con la garantía de ofrecer un espacio seguro, confidencial, de libertad, sin juzgar a nadie.

Nunca se ha aconsejado, porque el consejo parte de la escala de valores del consejero. Escuchamos para ayudar a que las personas se escuchen a sí mismas, busquen en su interior y vean con más claridad su situación y vayan encontrando los caminos para que puedan decidir a partir de sus propios valores y de su ética.

Siguiendo con esta lógica, en esta etapa terrible del Covid-19, el teléfono ha trasladado la atención a las casas de los 237 voluntarios con que contamos, que de manera altruista están pendientes para ayudar a mitigar los miedos, la soledad, las angustias, los conflictos familiares y las incertidumbres presentes y futuras.

Son las mismas necesidades de siempre, pero ahora incrementadas en número y en nivel de sufrimiento. El miedo y la soledad son un binomio difícil de soportar, los conflictos por la convivencia familiar se agudizan y causan malestar y angustia. También la enfermedad mental se acentúa y las llamadas que buscan consuelo se repiten.


3. Las organizaciones sociales juegan un papel determinante en la respuesta a crisis como la que estamos viviendo. Pero en una sociedad, los líderes deben ponerse al frente de situaciones como esta y responder de manera responsable y ejemplar ¿Cuáles son las claves para ejercer unos buenos liderazgos en esta situación?

En cuanto a los liderazgos en situaciones de crisis, especialmente, dependen mucho del marco institucional, pero en cualquier caso la participación del conjunto es fundamental para acertar mejor en la toma de decisiones que suelen ser de alta complejidad. Ahora bien, hay que cerrar filas con el líder competente. Nunca se ha de convertir en una batalla que crea confusión, incertidumbre y desconcierto en la población.

Bajando a nuestra organización, el modelo de liderazgo es compartido, es decir, cada uno es responsable de su espacio y funciones, al mismo tiempo que corresponsable del conjunto. El modelo implica participación, circularidad de las ideas, compromiso con los objetivos a corto y a medio plazo, versatilidad y una alta capacidad de ejecución.

Como directora procuro facilitar este proceso de trabajo dando espacio a todo el mundo y liderazgo en aspectos parciales, en función de las capacidades, responsabilidades y consideración dentro del grupo. Por ahora el modelo funciona muy bien y me da una especial satisfacción haber podido cambiar todo un sistema organizativo presencial por un online, gracias al equipo y también y sobre todo a las personas voluntarias, muy preparadas y comprometidas con las nuevas maneras de hacer y con un sentido de adhesión al propósito general de la Fundación Ayuda y Esperanza.


4. Eres una persona que defiende, siempre, la importancia de dar tiempo y espacio al diálogo para lograr transformar nuestra sociedad hacia una concepción más humanista ¿Por qué es importante?

Estamos en un momento en el que todo se mercantiliza, todo tiene un precio, incluso nuestro modelo de bienestar y de prestaciones sociales responde a una exigencia y valores de los poderes públicos que les otorgan y de la ideología dominante.

Desde mi punto de vista, cualquier ayuda hay que situarla en el marco de derechos y libertades y debe tener una esencia emancipadora y de dignidad, que facilite a las personas encarar con responsabilidad y facilitando la salida a las situaciones no deseadas. Todo esto es difícil porque las ayudas se dan en un marco de desigualdad muy grande y las oportunidades están tan condicionadas que el impacto transformador es bajo.

Llevo ya algunos años expresando mi preocupación por la baja calidad de nuestra democracia, en cuanto a la legitimación de las grandes diferencias y desigualdades, la corrupción, un debate público invadido por las fakes news, donde las políticas económicas se pliegan excesivamente al criterio de la clase capitalista dominante, a menudo invisible y globalizada. Los peones somos la sociedad mayoritaria y las víctimas aquellos y aquellas que no cuentan, los nadie, migrantes, refugiados, personas sin techo, niños y jóvenes sin oportunidades, personas y familias sin trabajo y expectativas, sin acceso a la vivienda y un largo etcétera y junto a este drama, que se hará mucho mayor en la post pandemia, las personas mayores que viven solas, sin red familiar y social que las acompañe, el miedo a la muerte en soledad.


5. Has sido una de las personas referentes en la construcción del sistema del bienestar actual en nuestro país, en iniciativas tan importantes como la creación del sistema de atención a la dependencia. Pero en su aplicación mucha gente, sobre todo los más vulnerables, han quedado atrás ¿Por qué crees que ha pasado? ¿Son vigentes estos sistemas de protección social?

Los sistemas de protección social y de derechos y libertades en España se han desarrollado y consolidado con gobiernos y liderazgos socialistas. También el impulso para un cambio moral muy anclado en las normas religiosas a un modelo más laico, aunque no suficientemente alcanzado.

Los derechos de segunda generación han sido un ejemplo y han ayudado a avanzar en una sociedad más libre, más diversa e inclusiva. Ahora bien, ha habido déficits importantes. El impacto de las leyes, por ejemplo la de autonomía personal y atención a la dependencia, no alcanza los niveles que habíamos imaginado los y las ponentes de la ley. Ha faltado suficiencia económica, colaboración entre los diferentes niveles de la administración, y más cooperación público-privada. En el modelo todo debía radicar en el paradigma de la autonomía personal, que significa que cualquier actuación hay que medirla en términos de lo que una persona tiene y puede hacer y no en las capacidades que le faltan.

No se ha tenido suficientemente en cuenta en el conjunto del sistema la capacidad de decisión, sobre la propia vida y cuando lo que se hace es adaptar voluntades personales a los recursos escasos y deficientes existentes, estamos alienando y cosificando la persona. Un ejemplo impresionante es el drama en la residencias de ancianos de nuestro país. No ha habido el cuidado suficiente y no se han exigido condiciones de ejemplaridad en los espacios y el funcionamiento, al disponer de personal preparado y suficiente, la participación de los residentes en la vida comunitaria, su libertad de movimientos y de decisión, acompañado de unas ineficaces medidas inspectoras del departamento correspondiente. Ante una contingencia como la actual hemos visto que las personas han quedado en un segundo plano, de casi abandono, aunque hay buenas excepciones que no se pueden despreciar.


6. Y ahora imagina que tuvieras que hacer una radiografía del sistema de valores que dominan el momento actual ¿Como los definirías? ¿Cuáles crees que son los valores que deberíamos impulsar para avanzar hacia una sociedad más humana y sostenible?

Las políticas públicas y los servicios de bienestar públicos y privados, y también las organizaciones sociales sin ánimo de lucro, deben asumir cambios radicales en la manera de hacer.

Más democracia que significa revisar valores que lleven a una mayor consideración de las personas y grupos. Cambiar para construir nuevas realidades centradas en la ética del cuidado y el humanismo, que comporte más participación, más compromiso de la comunidad a través de redes fraternas y de búsqueda de respuestas y de creación de riqueza económica en el seno de la propia comunidad. Consumir lo que está cerca, eliminar intermediarios, redistribuir, aprender a cooperar por el bien común.

La democracia radical con valores éticos radicales debe liderar desde la base y hacerla tan fuerte que disminuía, en lo posible, el afán individualista, de negocios sin alma que atienden solo a la ganancia económica y no a las necesidades de la población que es empujada a consumir ad infinitum y también colaborar con corresponsabilidad en la esfera política y social cada vez más ancha ¿Es una utopía? No. Hay muchas voces que claman por un nuevo relato. Que están en un nuevo debate. Aprovechemos la crisis para convertir el dolor en esperanza, y en el crecimiento de las personas, para hacer un muro de valores indestructible que pueda doblar el egoísmo individualista creando una nueva cadena de riqueza basada en valores humanos, ambientales y de dignidad social.


7. Por último, en tres palabras ¿qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?

Incorporar la ética radical no está tanto en el significado del concepto, sino en el proceso que conlleva. Creo en los beneficios éticos que implican pensar en el bien común, desde que se crea un nuevo producto hasta su eliminación, desde que se aprueba una ley y seguir su impacto, desde que se presta un servicio a las personas y comprobar los beneficios. También afecta a las organizaciones sociales, en ocasiones más centradas en subsistir que en el beneficio de sus acciones.

Debo decir para terminar que la ética en la que pienso y en la que me inspiro es aquella que proviene del humanismo cristiano, una ética que entronca con muchas otras éticas, donde la persona y la comunidad se convierte en el centro y referencia de cualquier pensamiento y acción.