Raúl de la Fuente es un premiado director y guionista de cine. Ha recorrido el mundo entero en busca de historias, dirigiendo y escribiendo guiones para documentales, cortometrajes y programas de televisión. En 2016 fue finalista para la 88ª Edición de los Oscar © por su trabajo Minerita en la categoría de Mejor Cortometraje Documental. La película ganó el Goya a la misma categoría en 2014.
Amaia Remírez se une en 2009 a Kanaki Films para la producción del largometraje de animación e imagen real Un día más con vida. Anteriormente había trabajado en la producción de programas y series de televisión para numerosas compañías. Productora de Minerita (2013), Virgen Negra (2012), I Am Haití (2014) y la trilogía documental sobre Haití dirigida por Raúl de la Fuente, entre otros. Nombrada Productora Europea del Año 2018 en Cartoon Movies.
1. El próximo 26 de octubre se estrena en salas vuestra última obra, “Un día más con vida”: un documental que combina animación e imagen real para relatar la experiencia del periodista Ryszard Kapuściński en la Angola de mediados de los 70. Después de pasar por Cannes y ganar el Premio del Público Ciudad de Donostia/San Sebastián en el último Festival de esta ciudad, entre otros, ha generado una gran expectativa. Se han escrito muchas cosas sobre vuestra obra, como que “La narración es épica y emotiva, sale del convencimiento y del corazón” (Carlos Boyero. El País). ¿Por qué sale del corazón de Raúl de la Fuente y de Amaia Remírez hacer esta película?
La idea de hacer “Un día más con vida” parte tanto del intelecto como de la emoción que sentimos siempre al leer a Ryszard Kapuscinski, al que llamaron “el reportero que miraba a los ojos de los africanos”; esa capacidad de empatía permea toda su literatura y nos enamoró porque te permite ponerte en el lugar del otro, lo que es imprescindible para conocer culturas y puntos de vista diferentes al nuestro.
2. En la película, Kapuściński acaba enfrentándose a un conflicto de valor, un dilema del reportero que tiene que escoger entre revelar una primicia y perjudicar al bando más débil, o callarse y beneficiarlo. Escoger entre los principios deontológicos de su profesión y la protección del más vulnerable. ¿Cuál es el papel de la ética en estas decisiones en las que una sola persona – en este caso un reportero – puede cambiar la historia de todo un país?
La ética personal llevó a Kapuscinski a poner por delante del éxito profesional las vidas humanas; en Angola en 1975 tuvo en su mano una primicia mundial, algo con lo que todo periodista sueña, pero supo reconocer cuánto había en juego y escogió ponerse del lado del más débil. Si en los acontecimientos que relata la película su decisión hubiera sido la contraria, las historias de Angola y de todo el sur del continente africano serían distintas. Por algo decía “para ser buen periodista hay que ser, ante todo, buena persona”; esa bondad significa ser responsable de sus actos, sopesar las consecuencias y no dejarse llevar por la persecución de réditos personales o ideologías, sino anteponer el bien humano, siempre.
3. La trayectoria de Kanaki Films se caracteriza por rescatar historias de personas que tienen situaciones de vida muy duras provocadas por la injusticia del mundo en el que vivimos y por ponerlas delante de nuestra mirada miope. Pero siempre lo hacéis desde una mirada positiva, haciéndolas protagonistas de su historia y provocando la reflexión en el espectador sobre cómo las personas más vulnerables pueden construir un camino de esperanza hacia un mundo mejor. ¿Cuáles consideráis que son los efectos de esta mirada? ¿Puede el cine contribuir a reconocer a estas personas el lugar que ocupan en nuestra sociedad?
Deseamos que sea así. La selección de las historias que contamos es para nosotros algo natural; brota el deseo de contar algo que sucede en Bolivia, como la historia de las niñas y mujeres que trabajan en el Cerro Rico de Potosí, o de las niñas obligadas a prostituirse en las calles de FreeTown, Sierra Leona. Nos atraen esas historias de vidas extremas que a menudo no están presentes en nuestra visión del mundo, porque muestran la enorme capacidad de superación del ser humano, la injusticia con la que a veces nos tratamos los unos a los otros, y sobre todo nos satisface el hacer visibles esas realidades.
Al contar estas historias, nuestra mirada está siempre llena de admiración y respeto, y creemos que ese es un magnífico punto de partida para tratar con nuestras protagonistas. En femenino, porque muy a menudo escogemos ese punto de vista para las historias, dado que en la inmensa mayoría de situaciones de injusticia en el mundo la mujer parte con desventaja y sus luchas son a menudo mucho mayores.
4. Y si hablamos de Raúl de la Fuente y de Amaia Remírez, ¿cuáles son los valores que os mueven para hacer lo que hacéis?
Diría que cierta urgencia por contar historias; no podemos evitarlo, cuando la realidad nos ofrece relatos tan duros y a veces sin sentido como por ejemplo las historias de niñas prostituidas que contamos en LOVE; necesitamos darles un sentido. Construir una historia que dé entidad a nuestros protagonistas, que nos permita entender y empatizar con su día a día.
5. En tres palabras, ¿cuál es el papel del cine y de la cultura en la construcción de una sociedad más auténtica, humana y sostenible?
El cine es para nosotros la gran herramienta para comunicar experiencias humanas, por la riqueza de elementos que se pueden emplear, desde la animación para recrear historias del pasado hasta el documental para representar vidas actuales, con la magia de la música, la fotografía y el sonido que llevan al espectador a sentir junto con los protagonistas de las historias. El cine crea y refuerza valores y hay ahí una gran responsabilidad ética que atañe a los autores y productores. Todas las artes narrativas que se cruzan en nuestras vidas van conformándonos, desde los cuentos que nos leen en la infancia hasta las series que devoramos de adultos.