
Carlos es matemático, profesor de instituto, padre de dos niñas, miembro de la comunidad protestante y gay. Hizo la Diplomatura en Ciencias Religiosas y el Posgrado en Diálogo Interreligioso.
Ha escrito el libro, que no ha dejado indiferente a nadie, titulado «Solo un Jesús marica puede salvarnos. Reflexiones cristianas en clave gay».
1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?
Entiendo la ética como una herramienta que trata de ayudar a vivir en comunidad. Puede ser una herramienta impuesta por el patriarcalismo, el individualismo, el consumismo, el cristianismo, etc., para tratar de reforzar los poderes que son privilegiados por esos «ismos», o una ética liberadora para la comunidad en su conjunto y para cada una de las personas que la forman. Para la primera forma de entender la ética, lo esencial es la obediencia, para la segunda, la responsabilidad. Cuando no existen compromisos y acuerdos que respeten la composición diversa de cualquier comunidad, sobre todo de quienes son más vulnerables, se acaban imponiendo las éticas de la obediencia y la opresión. Por otro lado, desconfío de las éticas que no especifican la comunidad en la que se enmarcan, el cristianismo, por ejemplo, tiene como esencia de su ética el amor al prójimo, pero ese prójimo se ha entendido muchas veces como quien es como yo, por lo que quienes no son prójimos han podido ser esclavizados, colonizados, subyugadas, asesinadas, recibido electroshock, o discriminadas sin compasión, respetando la ética cristiana. La radicalidad de la ética me sugiere, por ejemplo, que debe ir más allá de lo humano, incluyendo al resto de la naturaleza. Sin esta apertura, hasta la mejor de las éticas nos lleva a un mundo inviable.
2. Seguro que te lo han preguntado muchas veces, pero ¿cuál es la intención que hay detrás del título de tu libro y de cada una de sus palabras: «Solo un Jesús marica puede salvarnos»? ¿Qué quieres aportar?
En el protestantismo existen cinco frases que resumen las creencias básicas del cristianismo, son lo que se conoce como Las Cinco Solas. En ocasiones se han hecho propuestas para añadir alguna más, y eso me dio la idea de dar a mi libro el título de una sexta Sola que incluyera a quienes las confesiones cristianas han invisibilizado. El libro es un conjunto de artículos donde, a partir de textos bíblicos, se hacen reflexiones sobre diversidad sexual y de género. Una lectura con una mirada diferente que pretende, por un lado, denunciar los sesgos LGTBIQfóbicos que las lecturas oficiales poseen, y, por otro, invitar a cada lectora y lector a hacer interpretaciones desde su propia experiencia que puedan después tener un impacto en su entorno. Algunas veces se minusvalora la influencia que tienen los posicionamientos de los representantes religiosos en las sociedades, incluso cuando se definen como laicas, y creo que si las iglesias siguiesen a un Jesús marica, la vida de millones de personas no estaría amenazada. Por otro lado, quería advertir del peligro que supone para las personas LGTBIQ caer en la tentación de buscar la aceptación a cambio de la domesticación, a cambio de parecer hombres y mujeres aceptables. El problema no está en el tono de voz o en la forma de mover los brazos, sino en la incapacidad de aceptar que la diversidad es parte constitutiva de cualquier sociedad, y que hay que protegerla y potenciarla.
3. En una entrevista reciente afirmabas que «Jesús es el más LGTBI de la Biblia». ¿Qué quieres decir? ¿Tiene algo que ver con la ética?
Aunque la periodista utilizó la palabra LGTBI, creo recordar que yo dije que Jesús era el personaje más queer de la Biblia. Queer es una palabra inglesa que se utilizaba como un insulto hacia las personas diferentes, raras, extrañas; hacia las ovejas rosas de la sociedad que no encajaban en lo que se esperaba de ellas. Ese insulto ha sido reapropiado para reivindicar el orgullo de ser diferentes. En el siglo primero, la sociedad israelita vivía bajo el dominio del Imperio Romano y existía la expectativa de la llegada de un Mesías que les liberaría. Cada grupo social y religioso, dependiendo por ejemplo de su connivencia con el Imperio Romano, definía al Mesías esperado de una forma más religiosa o más política. Lo que los evangelios nos transmiten sobre Jesús es que no encajó en esas esperanzas, y que sus seguidoras y seguidores vieron en él a un Mesías raro, un Mesías queer. Y creo que ese ser queer de Jesússi tiene puntos de contacto con la ética, ya que subordinó las normas y convenciones religiosas o sociales al bien del ser humano. Ese era el criterio. Si los religiosos de su época le echaban en cara que sus discípulos se saltasen la ley de descansar en sábado, él les respondía: «No está hecho el ser humano para el sábado, sino el sábado para el ser humano». Además, introdujo dentro del concepto prójimo a personas excluidas en la sociedad como prostitutas, u otros grupos considerados impuros o pecadores. No de forma paternalista, sino como mujeres y hombres que participaron de forma activa en su movimiento. Un movimiento queer repleto de personas queer.
4. Estudios recientes nos dicen que en nuestra sociedad está creciendo la LGTBIQ-fobia y los fenómenos de discriminación por razones de orientación sexual, identidad de género o expresión de género. ¿Qué factores lo pueden estar provocando y qué podemos hacer como personas y como sociedad para minimizarlo? ¿Cuál es el estado actual de comprensión social sobre las personas LGTBIQ?
La LGTBIQfobia es un odio arraigado en nuestra sociedad desde hace siglos, y sería ingenuo suponer que desaparecerá ella sola por arte de magia. Por eso es tan importante educar desde la infancia en la diversidad, mostrándola como un valor positivo que nos suma como sociedad. Sin embargo, las políticas educativas tienden a ser conservadoras y dan por supuesto que todos los niños son heterosexuales cisgénero. Se avanza, sí, pero con mucha lentitud. Las personas LGTBIQ salen del armario cada vez más jóvenes, pero la mayoría lo hacen después de acabar el instituto porque no consideran los centros educativos un lugar seguro. Tampoco es la familia el primer entorno donde la mayoría expresa su identidad, porque perciben que no están a la altura de las expectativas que estas tienen. Hay pocos jóvenes heterosexuales cisgénero a los que sus familias les han dicho que no les importa cuál es su orientación sexual o identidad de género, pero los jóvenes LGTBIQ más afortunados aspiran como mucho a escuchar una frase parecida. Así que la pregunta que se hiciera hace unos años el filósofo Paul Preciado sigue en el aire: «¿Quién defiende al niño queer, maricón, tortillera, transexual o transgénero?».
Respecto al aumento de las agresiones LGTBIQfóbicas, creo que evidencian la impunidad que sienten quienes realizan dichos delitos. En esto tienen mucho que ver los discursos de odio que provienen de entornos religiosos o de partidos políticos como Vox, que dan cobertura ideológica a muchos agresores. Las leyes contra la LGTBIQfobia fallan, quizás porque a la hora de la verdad no se implementan, o porque no son suficientemente disuasorias. Lo que está claro es que, además de la educación, la ley es el otro pilar que hay que reforzar para proteger los derechos de las personas LGTBIQ.
5. También estás estudiando las traducciones de los textos que hablan de diversidad sexual y de género en la Biblia. ¿Existen diferentes enfoques? ¿Cuáles son y a qué se deben?
Empezando por el final de la pregunta, diré que dependen del lugar que tenga el miedo a la hora de interpretar los textos. Vivimos en sociedades donde todo cambia rápidamente y donde las verdades absolutas han acabado por derrumbarse. Esto nos puede producir inseguridad y miedo, y cuando el miedo se impone, es probable que nos pongamos a la defensiva. Esto es lo que ha hecho el fundamentalismo religioso, cerrar la mente, parapetarse tras unas verdades inamovibles fundamentadas en la voluntad divina, y por lo tanto incuestionables, que le permitan vivir con seguridad. Con ese miedo lee el fundamentalismo la Biblia, imponiendo lecturas literales que buscan reafirmar verdades que antes de abrir la Biblia ya están decididas por la iglesia a la que pertenece la persona que la interpreta. De aquí surge la ética del temor y de la imposición que cada vez interpela a menos personas, y mucho menos a las personas LGTBIQ que esta ética discrimina. Por otro lado, tenemos enfoques que introducen el aporte de las ciencias para descubrir cómo se compuso cada libro de la Biblia, qué lo originó, a quién iba dirigido, es decir: para leerla en su contexto histórico. Hay otros enfoques que, sin minusvalorar lo anterior, ponen el énfasis en la liberación de quienes la leen, así por ejemplo hay lecturas feministas, queer, decoloniales, etc. Otros hacen una lectura narratológica, analizándola con las mismas técnicas con las que podríamos analizar, por ejemplo, una novela. Estas aproximaciones, y otras que no he citado, no son nuevas, muchas de ellas se utilizan desde hace siglos, y entienden que cada generación debe leer la Biblia en su contexto y con las herramientas que tiene a su disposición. Las iglesias que defienden los derechos de las personas LGTBIQ, que cada vez son más, utilizan desde hace años estos planteamientos alejándose del fundamentalismo.
6. ¿Cómo conjugas ser cristiano con ser gay? ¿Tiene algo que ver con declararte protestante en vez de católico?
Muchas veces me han hecho esta pregunta como dando por hecho que hay una incompatibilidad, como si estuviera haciendo algo sorprendente. Sin embargo, escucho muy poco preguntar cómo se conjuga ser cristiano y encubridor de pedófilos, o pedófilo directamente, machista, homófobo, tener dinero en paraísos fiscales, apoyar a regímenes totalitarios, xenófobo, o votar a Vox, por poner unos cuantos ejemplos. La LGTBIQfobia no es esencia del cristianismo, es una de sus lacras, y lo mejor que podemos hacer las personas a las que nos importan nuestras iglesias, es denunciarla sin matices. No creo que haya que aferrarse a una iglesia que te discrimina, mejor alejarse para proteger tu salud mental. Pero cuando hay posibilidad de aportar algo para transformarla, pienso que es importante hacerlo, como hemos hecho con el resto de instituciones. Cada persona debe valorar la situación de la iglesia de la que forma parte, no sé cómo actuaria si fuese católico, tengo amistades católicas que creen que puede cambiarse y otras que la han abandonado. Formo parte de la Iglesia Evangélica Española, una pequeña iglesia formada por comunidades protestantes que se fundó hace 150 años, la mayoría de los cuales siendo discriminada, o incluso prohibida durante los primeros años de la dictadura franquista. Ser español era ser católico, y los protestantes, aunque hubieran nacido en Zaragoza, eran considerados extranjeros. Creo que esa experiencia de discriminación ayudó a que, tras años de diálogo, en 2015 realizara la Declaración de Mamré donde oficialmente se convertía en una iglesia inclusiva hacia las personas LGTBIQ.
7. ¿Cómo impacta -ya sea en positivo o en negativo- tu identidad de género en tu vida cotidiana y tus relaciones con la familia, círculo de amigos, tus alumnos, etc.?
Hay que tener en cuenta que las identidades viven interrelacionadas unas con otras, los hombres podemos ser ricos, trans, negros, heterosexuales, sin papeles… Esto no niega de ninguna forma que ser identificado como hombre me ponga, a priori, en una situación de ventaja respecto de una mujer, o de una persona no binaria. Aunque en la pirámide de poderes una mujer trans heterosexual millonaria estaría muy por encima del lugar en el que a mí se me sitúa. Pero volviendo al tema de mi identidad como hombre, percibo que está amenazada mucho más por mi expresión de género que por mi identidad sexual. En otras palabras, a mis alumnos les puedo parecer genial como profesor de matemáticas gay, pero tienen más reticencias si me comporto como un profesor de matemáticas maricón. Y eso se puede extrapolar al resto de relaciones: mejor ser un hermano, amigo, tío, o hijo gay, que uno maricón. O al cristianismo: mejor ser un Jesús crucificado y torturado, pero muy hombre, que un Jesús marica. La pluma nos hace caer del nivel de los hombres, es lo que se conoce como delito de género, y siempre tiene un precio. No lo vivo de forma negativa, porque te abre los ojos y te ayuda a ver que participas de un sistema injusto, del que trato de liberarme, e intento concienciar a quienes me rodean de que es necesario hacerlo.
8. Por último, en tres palabras, ¿qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?
Comunidad, compromiso, responsabilidad.