Conexiones beethik: entrevista a Josep Ollé

Josep Ollé

Director del Palau Macaya, centro de referencia para el diálogo, la reflexión y el intercambio de ideas entre instituciones públicas, entidades sociales, empresas, universidades, profesionales y ciudadanos.

 

 

1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?

 Cuando veo la palabra ética pienso en el alma, en el ethos. Me viene a la cabeza cómo las personas que estamos en las organizaciones, o en casa, tenemos que actuar de manera responsable. Y para mí radical significa que voy a las raíces de lo que he definido y por lo tanto soy coherente con lo que predico y con lo que creo. Y coherente, si hablamos de ética, con esta manera de entender las cosas, que quiere decir qué costumbres, qué juicios hago de lo que es justo y lo que no lo es …

Esta coherencia debe darse en todas las dimensiones de la vida, en mi organización, pero también en mi relación con la familia, la pareja …


2. “Un espacio para la reflexión y la transformación social», este es el lema del Palau Macaya. Este espacio se ha convertido en un centro de referencia en Barcelona. ¿Cuáles crees que son las claves del éxito?

Somos un centro que nos dedicamos exclusivamente a ello, no hacemos otra cosa. Y eso quiere decir, por un lado, que te has singularizado, que das respuesta a tu misión. Aquí solo promovemos reflexión pensando en ayudar a abordar los retos que tiene la sociedad para transformarla y mejorar.

En segundo lugar, como tocamos retos que la sociedad tiene, somos multitemáticos, y es muy importante que todas las personas que invitamos nos aporten opiniones desde la evidencia científica. No se trata tanto de opinar por opinar, sino que ponemos personas que tienen un conocimiento muy fundamentado en la evidencia científica, o en evidencia construida desde la investigación y desde la experiencia. Y, por ello, no debe ser una opinión homogénea, de hecho jugamos a esto, a contrastar desde argumentarios contrastados y testeados. Esta perspectiva nos aporta el rigor que buscamos.

Y esta es precisamente la tercera clave del éxito: jugar a poner diferentes ponentes que puedan tener diferentes opiniones, sean complementarias o sean antagónicas, de una misma problemática, para abordar un reto. Y los pones juntos, o los pones en un ciclo, lanzando un mensaje que, lejos de ser unidireccional, es omnidireccional.

Porque lo que queremos, y esta sería la cuarta clave, es que una vez compartidas las propuestas los diferentes stakeholders, los diferentes actores, hagan lo que tengan que hacer. En el Macaya definimos un reto, analizamos las diferentes aproximaciones y mensajes clave para que cada uno, desde sus ámbitos de acción, pueda aplicar cambios. Trasladamos conocimiento y lo que hacemos, como lo compartimos desde diferentes aproximaciones, es enriquecerlo. Por lo tanto, es una manera de hacer crecer el conocimiento, porque tú puedes ser un gran especialista, pero quizás no te has acercado a otros agentes que lo pueden complementar, por ejemplo, desde la práctica. Lo que hacemos es knowledge brokering, o integración del conocimiento, enriqueciéndolo, porque lo que queremos es esta visión de 360 ​​grados.

Y en todo esto, el espacio, el continente, nos ayuda mucho, porque está en muy buenas condiciones. La gente que entra en el Palau Macaya debe sentirse confortable, y esta búsqueda de la confortabilidad pasa desde las condiciones de climatización, hasta que tengas las herramientas para la reflexión, que no te falte de nada, que tengas una buena atención, etc.

En la selección de temas, de retos sobre los que trabajar, hay dos ejes principales: uno es el del área social – vinculados a programas de la propia institución (pobreza infantil, inserción laboral, personas mayores …) por coherencia y alineación – y el otro es el de las humanidades en sentido amplio.


3. «Impulsando el diálogo y la reflexión para las personas»; esta es una frase descriptiva de lo que haces en tu actividad profesional. ¿Cómo ves reflejado el diálogo y la reflexión en nuestra sociedad actual?

En el mundo de las instituciones, públicas y privadas, sí que se está generando diálogo y reflexión. Pero fuera de este mundo, en la ciudadanía en general, no lo veo tan reflejado. Y puede parecer una contradicción, es decir, tú estás en una institución, que genera espacios de reflexión, conferencias, debates, … (y en Barcelona actualmente encontramos ejemplos cada día, lo que para mí es síntoma de una sociedad sana), pero no lo encuentro reflejado en la ciudadanía.

El ruido que hace la aceleración social que vivimos hace que la gente no reflexione suficiente. ¿Por qué esta urgencia en el vivir? Cuando pienso en esto me viene a la cabeza una conferencia que hizo en el Macaya el antropólogo Lluís Duch, fallecido hace un año, en la que nos habló sobre la aceleración de la sociedad. Porque todo es igual, no solo en el trabajo, también en nuestras familias y en nuestra vida privada. Se vive muy rápido, incluso las noticias, la praxis de las ideas, no puede ser que una idea en la que has estado trabajando tiempo caduque al cabo de un año.

Y esta aceleración que vivimos conlleva que falta pausa. Y el diálogo quiere pausa. Para mí la virtud del diálogo es aplicarlo utilizando la razón, la parte racional, que es lo que intentamos hacer aquí en el Macaya: expongo argumentos que previamente he contrastado, no opiniones no fundamentadas que a mí me parece que pueden servir o que me conviene colocar en este momento. En los procesos de diálogo debemos parar un momento, ser empáticos e intentar entender lo que el otro te está diciendo. Por eso digo que el diálogo quiere pausa aplicando la razón y no aplicando la emoción.

La emoción te interpela ante situaciones que te pueden parecer injustas. La emoción ayuda a desvelar, pero para dialogar debes aplicar la razón y eso quiere decir pausa. Porque si no, no funciona nunca. Incluso aplicando la dialéctica, que es más radical: tú piensas tus argumentos y a partir de ahí empezamos a contraponerlos, para ver dónde llegamos, dónde somos capaces de llegar juntos.

Para mí el diálogo es: vamos a intentar comprender y entender y, al menos, vamos a descubrir lo que nos une, lo que compartimos. No es necesario que sea el 100%, pero puede que descubramos algo que nos une y a partir de ahí podemos trabajar, sabiendo que tenemos diferencias, pero construyendo juntos.

Yo lo concibo así y como hay mucha aceleración, no veo diálogo y todo está basado en las emociones. Pasa en todo el mundo y, por tanto, aquí hay mucha responsabilidad de diferentes actores: de aquellos que gestionan la cosa pública, de las y los directivos de las empresas, organizaciones, instituciones, entidades, medios de comunicación, … . para definir cómo conducir esta situación Y para mí conducirlo en este momento significa poner sosiego.


4. Vinculado con la reflexión anterior, si imaginamos por un momento una sociedad en la que sus líderes y representantes no dialogan ¿cuáles pueden ser las principales consecuencias a corto y medio plazo?

El egoísmo, que puede desembocar en el autoritarismo. Y generar ineficiencias, porque si tú vas tirando sin dialogar llegará un momento en que lo que propongas no será eficiente.

Si tuviera que decir algo a nuestros líderes actuales sería: diálogo, diálogo, diálogo, diálogo. Ejercer la democracia de verdad, en cualquier dimensión que podamos pensar, implica tener en cuenta a todas las partes implicadas, también a las minorías, las tengo que tener en cuenta, no puedo tirar por la vía directa.


5. En tu actividad cotidiana tienes la oportunidad de conversar y escuchar a muchas personas expertas en los grandes retos a los que nos enfrentamos, en el presente y a futuro, en campos muy diversos: el medio ambiente, la pobreza, la inmigración, la ciencia y la tecnología, el pensamiento, la ética, la cultura, la economía, las democracias, el desarrollo sostenible, el futuro de la humanidad, etc. ¿Cuáles crees que son los valores que nos están proponiendo para transformar y mejorar nuestra sociedad?

Lo debería pensar más pausadamente, porque es una reflexión muy interesante, sin de entrada destacaría dos que clarísimamente comparten todas las aportaciones que tenemos en el Palau Macaya:

  • La inclusión, es decir, avanzar en la mejora de la sociedad, pero no de cualquier manera, sino una mejora inclusiva encarada hacia el cambio y la transformación, sin dejar gente por el camino.
  • Y el respeto al otro, que tiene que ver con el diálogo, con ser empático, comprender y ponerte en el lugar del otro.

6. El Palau Macaya y su razón de ser están vinculadas a una entidad del sector financiero, uno de los sectores de actividad más cuestionados socialmente. Cualquier persona que ocupara tu posición profesional podría sentir un cierto «estrés ético» entre lo que se predica en las declaraciones institucionales y lo que se hace en el día a día. Tú ¿como lo llevas eso?

No me provoca ninguna contradicción por dos motivos.

En primer lugar, porque si bien es cierto que socialmente el sector financiero tiene muy mala prensa, en mi opinión Caixabank es un banco diferente.

Todo el mundo debe recordar qué era esta institución, siempre ha tenido una obra social al lado, desde el momento cero, desde el momento fundacional, es su razón de ser. Una obra social que durante la reciente crisis económica ha destinado 500 millones de euros cada año. En plena crisis esta dotación presupuestaria se aguantó hasta incrementarse a los 545 millones actuales, y para mí eso son muestras de que es un banco diferente en el ámbito de la responsabilidad hacia la sociedad en la que estás.

Siempre hemos tenido muy presente al fundador, Francisco Moragas i Barret. La Caixa se crea como caja de pensiones en un momento, en 1904, en el que no existe un sistema de previsión. Y al poco tiempo se añade «de ahorros» porque quieren hacer crecer las pensiones que deben servir para pagar la jubilación de aquellos que no tienen. Y en 1915 se empieza la primera obra social dirigida a las personas mayores. A partir de ahí, en los años 20 se ponen en marcha todas las obras sociales que pivotan sobre los temas de dignidad y de asistencia.

El Palau Macaya donde estamos, por ejemplo, desde 1949 hasta 1976 acogió al instituto para sordos y ciegos, una obra social creada por el fundador, Moragas i Barret.

Por lo tanto, esta historia de obra social, sostenida en los momentos de crisis más grave, me lleva a la afirmación que hacía antes sobre que no me genera ninguna contradicción. Es una manera de hacer banca diferente, donde buena parte de los dividendos se aplican a la obra social. Y somos la tercera fundación filantrópica del mundo. Podemos discutir sobre las líneas de acción o los focos de la actividad, pero es coherente con las raíces, con el alma, con la finalidad con la que se fundó desde el inicio: hacer obra social.


7. Por último, en tres palabras, ¿qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?

Valores, coherencia y estima a los demás.

Tengo que pensar en los demás (los que trabajan conmigo, los destinatarios de mi actividad …), con toda mi responsabilidad y desde mi coherencia.