Decano de la UPF Barcelona School of Management y catedrático de economía financiera y contabilidad de la Universidad Pompeu Fabra.
Miembro de la junta del Col·legi d’Economistes de Catalunya y de l’Associació Catalana de Comptabilitat i Direcció (ACCID).
1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?
Me sugiere la necesidad de pasar un filtro en todas las decisiones que tomamos, a fin de comprobar que además de no vulnerar la legislación vigente, se trata de decisiones que contribuyen a fortalecer el bien común.
2. Escribiste un libro sobre «Empresas que mienten», describiendo las tácticas que aplican para maquillar las cuentas y dando pautas para detectarlo. ¿El tejido empresarial entiende que esta es una dimensión clave en la gestión responsable de las organizaciones?
Cada día hay más conciencia de que las empresas tienen una responsabilidad social que promueve que además de generar recursos y riqueza para accionistas y trabajadores, hay que generar riqueza social y medioambiental. Esto hace imprescindible informar bien a todas las partes interesadas y la información contable es una parte clave de la información de las empresas.
3. Estamos ante un entorno cambiante, en el que la incertidumbre – social y económica – marca la vida de las personas y las organizaciones. ¿Cuáles son los principales retos que nos presenta este entorno? ¿Cómo hay que preparar las organizaciones para hacerles frente?
Ante los cambios disruptivos que afectan a la mayoría de sectores de la economía, algunas de las recetas que funcionan mejor son la flexibilidad, la curiosidad, la capacidad de seguir aprendiendo día a día, conocer de cerca lo que hacen los mejores países y las mejores organizaciones e invertir en innovación.
4. Hace unas semanas compartías en una publicación la siguiente afirmación: «Un comportamiento poco ético puede arruinar la empresa y la propia carrera profesional. El mejor negocio es ser honrado «. ¿Cuáles pueden ser los principales riesgos éticos a una empresa y cómo podemos gestionarlos?
Actuar de manera poco ética significa que la actuación no ayuda al bien común, sino todo lo contrario, le perjudica. Cuando estos comportamientos son percibidos por los clientes pueden hacer perder ventas (y por tanto, beneficios), si se trata de comportamientos que son ilegales cuando son descubiertos por las autoridades pueden generar sanciones y otras condenas que pueden perjudicar mucho a la empresa.
5. También has reflexionado sobre liderazgo ético, afirmando que «de un líder hay que preguntarse cuál ha sido su contribución a un mundo mejor y qué ha hecho para que las personas aprendan, crezcan y vivan una vida con más sentido». ¿Cuáles son las competencias que crees que debe desarrollar un líder para poder realizar este propósito?
Esencialmente, significa pensar más en los demás que en uno mismo. Por ello, por un lado, hay temas de actitud (querer mejorar la vida de las personas, querer mejorar el país …) y también aptitudes (saber escuchar, empatía para entender el otro …).
6. ¿Cuál está siendo el papel de la universidad en la formación ética de los profesionales del futuro? ¿Qué se podría hacer mejor?
Hace años que la ética está bien presente en los programas de estudio. Por un lado, con asignaturas dedicadas principalmente a esta temática. Más recientemente, introduciendo el componente ético en cualquier asignatura. Por ejemplo, en materias de finanzas ya se está trabajando las finanzas éticas; y en materias de marketing también se está dedicando un tiempo a identificar la dimensión ética de la publicidad. En la UPF Barcelona School of Management los profesores reciben formación (y materiales docentes) para introducir la dimensión ética en cualquier asignatura y todos los estudiantes (de cualquier máster o postgrado) hacen una asignatura común sobre responsabilidad social y ética.
7. ¿Qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?
Al igual que los elementos económicos deben tenerse en cuenta al evaluar una decisión, hay que incorporar también la dimensión ética para asegurar que lo que se hace contribuye a hacer el bien; y que no se hacen cosas que favorecen al que creemos que está mal hecho. Esto significa haber reflexionado previamente sobre lo que se considera que está bien y lo que no.