Conexiones beethik: entrevista a Xiula

XiulaXiula es una banda formada por Jan, Riki, Adrià y Marc: dos músicos y dos educadores sociales que proponen experiencias de animación musical dirigidas a transformar el mundo de la infancia y la sociedad.

Hablamos con Jan y Riki.

 

1. En beethik hablamos de la ética de la responsabilidad radical: aquel compromiso de las personas y las organizaciones para recuperar la esencia, nuestras raíces, para transformar la sociedad. ¿Qué os sugiere a vosotros este concepto?

(Riki) Me suena a que de una manera periódica toda organización, al igual que toda persona, tiene la necesidad de repreguntarse por el sentido de lo que está haciendo. Porque los factores del día a día, la propia subsistencia y las preocupaciones vinculadas hacen que las actividades que hace cada persona y también cada organización se vayan transformando. Y a veces puedes perder la esencia de los objetivos originales que querías conseguir. Creo que es una práctica bastante sana detenerse de vez en cuando, y repreguntarse: ¿qué estamos haciendo, por qué lo estamos haciendo, hacia dónde queremos ir y qué sentido tiene.

(Jan) Hay algo en las organizaciones, proyectos, trabajos … que para mí conecta mucho con lo vocacional. Y para mí la vocación es poner al servicio de los demás lo que a mí se me da bien. Una empresa debería existir en tanto en cuanto es útil para el resto de humanos y facilita la vida a los demás.

Este ayudar a los demás no debe ser algo idílico, utópico o hippy, sino que debe ser una ayuda concreta y conectada con el lugar donde vivo, el barrio donde estoy y la ciudad que me acoge e ir subiendo hasta llegar al planeta. Aquí hay una cuestión de conciencia sobre querer ponerse al servicio de los otros y de cuidar la Tierra, el espacio, el barrio, la familia. Y esto tiene mucho que ver con cuándo hago esta reflexión y con qué nivel de consciencia quiero asumir.

Por eso ahora en Xiula queremos incorporar un nivel de consciencia que empiece a mirar también la sostenibilidad, proyectos solidarios … desde esta reflexión interna sobre qué estamos haciendo nosotros y cómo lo estamos haciendo.

Hay un paso previo al nivel de consciencia que es la capacidad atencional, de poner atención. En la medida en que yo puedo poner atención a un número determinado de cosas me puedo dar cuenta y hacerme responsable de qué quiero hacer con estas cosas. El orden, por lo tanto, sería: poner atención, darme cuenta y responsabilidad. Nuestra capacidad atencional, por ejemplo, ha ganado mucho con los años y nos podemos hacer responsables de más cosas. Antes no podíamos y no pasaba nada tampoco, pero ahora podemos hacernos responsables y cargo del lugar que ocupamos.


2. Ponéis el foco en trabajar con contenidos críticos y con espíritu educativo. Y lo hacéis hablando a los niños y jóvenes como lo que son, personas, muy lejos de adoptar formas y mensajes infantilizados. ¿Qué responsabilidad tenéis los referentes de estas nuevas generaciones en la construcción de una ciudadanía crítica y comprometida?

(R) La música puede ser producto o puede tener alma. Y nosotros intentamos que nuestra música tenga alma.

(J) Gran parte de la identidad de Xiula tiene mucho que ver con devolverle al trabajo con la infancia lo que se merece y habíamos perdido durante muchos años. Ha habido una manera, unas generaciones atrás, de tratar al niño como una persona medio acabada y, desde aquí, se le ha tratado de una manera infantilizada: hablándole de una manera, con contenidos sencillitos, con esta consideración de que el niño es pequeño … Y para mí eso tiene mucho que ver con que el mayor se ha situado en un lugar técnico, de poder, como poseedor del conocimiento. Y entonces yo me quedo resguardado, poniendo una barrera, y me dedico a trabajar desde esta barrera hacia fuera, como si eso me salvara de todos los problemas propios.

Nuestra mirada se orienta a devolver a la otra persona lo que es de la persona, y retornarme a mí lo que forma parte de mí, porque yo también puedo trabajarme cosas, también fui niño. Esto se traslada, por ejemplo, si hablamos de la alimentación, los niños y las niñas conectarán, pero los padres y madres que vienen al espectáculo seguramente también reflexionarán sobre sus hábitos de alimentación y quizás se plantean hacer un proceso de mejora.


Así, con esta manera de infantilización que intentamos romper, devolviendo su lugar a los niños, está muy relacionada con vernos como iguales, ver que nosotros también somos adultos heridos, que no estamos acabados, que también estamos en proceso, pero que no por eso somos más o menos personas.

Para nosotros los niños nunca han sido las personas del futuro que nos han de salvar de un desastre que hemos creado nosotros. Los niños son personas del presente y, por tanto, nos dedicamos a las personas del presente, aquí y ahora. Porque si no es como una escapada hacia delante. Pensamos en que tenemos que hacer muchas cosas para que la infancia esté bien, pero no nos preguntamos qué nos pasa a nosotros, qué problemas has tenido o tienes. Y por eso cantamos con el estilo de música que nos cantaríamos a nosotros, con el mismo tono de voz, para intentar no ponernos en un lugar que diga «tú no sabes y yo haré que sepas». Abrimos temas, planteamos temas, y desde aquí vamos construyendo el debate.

El puesto de responsabilidad que nosotros creemos que tenemos dentro de la sociedad donde vivimos es poder ir haciendo el ejercicio de desviar la mirada a diferentes lugares, porque hay muchos lugares donde mirar y hay más vida además de pensar qué tiene que hacer o no el niño. Hoy, con toda la locura de nuevas tendencias educativas, és muy difícil ser niña o niño. Todo el mundo les está mirando para ver si responden a lo que se espera de ellos, cuando los deberíamos dejar crecer y jugar. Porque todo este malestar es un malestar de los adultos que les trasladamos. Y los adultos, a la vez que estamos en espacios muy críticos para solucionar muchas cosas, tenemos pendientes muchos espacios por solucionar con nosotros mismos.

Nuestra mirada intenta poner consciencia sobre que yo también tengo proceso por hacer, que todo el mundo lo tenemos, y de mirar todo de una manera más igualitaria.

Por lo tanto, esta responsabilidad sobre la que nos preguntáis en nuestro caso estaría en el cómo hacemos las cosas y en el contenido de las canciones. Pensando conscientemente y atencionalmente en un aquí y ahora, también te estás asegurando que el futuro sea mejor. Si yo estoy bien también te estoy ayudando a ti porque te estoy haciendo más protagonista, te estoy dando oportunidades.


3. La sociedad actual catapulta al éxito alguna música con mensajes machistas, violentos o alienantes, que llegan con facilidad a los niños y adolescentes. Y ante estas tendencias llegan propuestas como vuestro «T’estimo bastant» que nos habla de las diversas formas del amor entre personas, real e inclusivo. ¿Qué podemos hacer para conseguir que estos valores triunfen entre estas generaciones?


(R) Es verdad que hay mucha música que llega a los oídos de tus hijos con un contenido bastante dudoso y ante ello intentamos compensar la balanza, para que exista otro tipo de música, que sea escuchable para estas edades que están experimentando y buscando nuevos estilos que suenen moderno. Por eso a nosotros también nos gusta hacer trap o electrónica, por ejemplo.

Pero también queremos llegar a los padres y madres, para que se interesen por lo que están escuchando sus hijos. Por eso también nos gusta hacer canciones que llamen la atención a los padres, que piensen que el mensaje es interesante, y que se pregunten si sus hijos lo entenderán. Porque esto puede generar un diálogo.

Si nos dedicamos a hacer canciones que gusten solo al niño, el padre desconectará inmediatamente. Pero si genero interés en el padre se puede establecer un diálogo crítico y nos encontramos así con padres, hijos, madres e hijas, que empiezan a hablar y comparten interpretaciones. Nos gusta mucho dejar esta vertiente abierta a la interpretación de los propios niños cuando hacemos canciones.


4. En una entrevista que os hicieron hace unos meses decíais que «la música es capaz de llegar a lugares donde otras ciencias no llegan, da luz a las emociones y nos ayuda a conectar». Y, de hecho, este es posiblemente uno de los grandes temas que tenemos que trabajar en nuestra sociedad: la conexión con las emociones y entre las personas. ¿Cómo os ayuda la música en el trabajo que hacéis en el ámbito educativo?

(J) Cuando escogemos un tema o nos lo proponen familias, escuelas, enseguida pensamos en qué estilo nos lo imaginamos, pensamos qué debería decir la letra, el registro… nos lo dejamos sentir.

En este sentido, cuando dije eso me refería a Claudio Naranjo, un psicoterapeuta que murió hace poco, que lo que venía a decir es que en los siglos XIX y XX la música ha ido ocupando el espacio más espiritual y trascendente que antes habían ocupado las religiones. Y que la gente ha ido convirtiendo un espacio de espiritualidad y religiosidad en un espacio de contacto con la música.

La música es un idioma que vibra en espacios del ser donde no llegan las palabras, es una manera de tener una conexión con este espacio: un recuerdo, lo que significó una persona para mí, un viaje, un momento vital … la música tiene esta capacidad y nosotros esto lo vamos incorporando en la medida que vivimos mucho la música.

(R) En mi caso, como autor de algunas de las canciones, la unión de la dimensión emocional y la racional la vibro mucho a la hora de crear y escribir letra – que está pensada desde un lugar más racional y que está creada para transmitir un mensaje potente – pero a la vez le aplicas una métrica, un registro … vistiendo el discurso racional de emoción.


5. Es habitual encontraros apoyando eventos vinculados con causas sociales, como hace pocos días la Magic Line de Sant Joan de Déu. ¿Qué os lleva a participar en este tipo de iniciativas?

(R) Con Sant Joan de Déu se han unido dos circunstancias. Por un lado, nos hemos encontrado familias que nos pedían visitar niñas que eran fans nuestras y que estaban en tratamiento, y poder compartir un rato, aunque sea un breve momento de su vida, es muy satisfactorio, llena mucho. Y por otro lado, en una situación personal que nos ha llevado allí, nos hemos sentido muy acompañados por el hospital y eso es impagable. Pero dentro de este impagable está la opción de devolver algo de ese apoyo de esta manera. Nos sentimos muy cercanos y muy sensibles porque sabemos quiénes son y cómo ayudan a los niños y niñas.

Pero siempre hemos llevado a cabo colaboraciones solidarias, porque nos conecta, nos gusta. Venimos del mundo de la cooperación, de la solidaridad, y cuando un miembro del grupo propone una colaboración lo analizamos y decidimos.


6. Cada profesión tiene su parcela de aportación a la construcción de una sociedad más auténtica, más sostenible y más humana donde poder vivir y convivir mejor. En tres palabras, ¿para vosotros cuál es el papel de la música, y de la cultura en general, en esta necesaria transformación social hacia un mundo mejor?


(J) Nos cuesta contestar esta pregunta porque nosotros no nos definimos como un grupo de música. Somos una entidad educativa que utilizamos la música como medio. Y al mismo tiempo también somos un grupo de música, sí. Pero deberíamos preguntarnos no solo cuál es el papel de la música, sino también cuál es el papel de la educación.

(R) Desde este punto de vista como entidad educativa, una de las cosas que le pediría a la música es que tenga contenido, que te diga algo. No tiene por qué ser siempre un mensaje pedagógico, también puede ser poesía que te hace llegar y sentir la emoción. Pero que tenga contenido. Porque hay un gran vacío hoy en día en las letras de algunos grupos.

(J) Y si no también se puede hacer música sin letra. Si no tienes nada que decir no es necesario que digas nada. Hay muchas maneras de trabajar el contenido, pero siempre deberíamos fabricar un mundo, crear con conciencia, buscar que lo que haces tenga sentido en sí mismo, que haya una cierta riqueza y cuidado al trabajar el contenido.

(R) Estamos en el mundo de la ultraproducción, de la supermasterización, hay unos productores que saben cómo hacer que la cosa suene y te haga bailar, pero rascas un poco y no hay mucho más. Con excepciones, evidentemente, hay gente muy buena. Quizá en parte la culpable es la filosofía economicista que busca grupos que llenen estadios y festivales. La fórmula es ésta y como fórmula, pues ya la sabemos, pero pierde el alma, el espíritu.

(J) En el mundo de la música la gente ve que si crea «el temazo» tendrá miles de seguidores y ganará más dinero. Pero esto pervierte la visión más artesanal y obrera del músico. Las personas que están alrededor de la música deberían promover más el gremio, y la realidad del músico como obrero, que también monta y desmonta, y trabaja duro, y toca en una sala pequeña. Alejarnos de la idea única del músico como figura de gran éxito, que tiene muchísimos followers.

Cuando encuentras a alguien en el que se junta éxito y calidad todos respiramos en cierto modo. Pero la música debería estar cuidada toda ella.

Por lo tanto, a la música le pediríamos un contenido cuidado en lo que se quiere decir. Y, de nuevo, consciencia y responsabilidad con el background, con todo lo que mueve la música. En cuanto que la música es universal, que la escuchan todos, debería haber una cierta fraternidad entre los músicos. Pero la realidad es que en la música hay un neoliberalismo extremo en el que quien tiene éxito puede cobrar lo que quiera, porque sabe que si no lo pagas tú lo pagará el de al lado. ¿Por qué no cobramos todos más o menos lo mismo por cada bolo y generamos oportunidades para todos?

Parece que haya quien tiene el don de hacer temas con gran éxito, llenar estadios y llevar un determinado estilo de vida. Pero la gente también se refleja en esto, así que debemos ser conscientes. Si tienes la capacidad de hacer muy buena música – que a veces no es así – hermánate más con la humanidad.