Fundadora del Institute for Socratic Dialogue, profesora de RSE, ética empresarial y diálogo socrático en ESADE e investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE.
1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?
Me hace pensar en Hans Jonas, el filósofo alemán y judío que después de la segunda guerra mundial, ante todo el avance tecnológico y de la constatación de que el ser humano era muy peligroso, comenzó a hablar de la necesidad de una ética de la responsabilidad. Y me hace pensar que hoy que los riesgos y los avances -y por tanto el miedo, son aún mayores, tiene sentido hablar de responsabilidad radical. O somos radicales o de ésta no saldremos …
2. Tú siempre hablas del diálogo socrático. ¿Nos podrías resumir en pocas palabras en qué consiste?
El diálogo es una experiencia radical que implica estar dispuesto a viajar a través de la razón del otro. Es socrático en tanto que asume que el otro siempre tiene algún conocimiento de valor que aportarnos -y que aportar al mundo. Por lo tanto, es abrirnos a los demás para aprender juntos.
3. ¿Por qué es tan difícil introducir y aplicar el diálogo «de verdad» en el mundo de las organizaciones empresariales?
Porque en las empresas, a menudo, los que mandan no están dispuestos a reconocer su ignorancia. Porque no se ha entendido la importancia de la humildad y de la apertura a los demás. Se ha fomentado una cultura donde nos da vergüenza reconocer que no sabemos, donde se supone que debemos tener la respuesta correcta. Se ha totemizado la figura del CEO como un sujeto omnipotente incapaz de mostrarse débil y que debe saber dar la respuesta correcta en el momento adecuado. Demasiados CEOs lo han creído, y el resto de trabajadores se ha reflejado. Esto dinamita la posibilidad de un diálogo real, radical y transformador -como son los diálogos de verdad. Solo dialogo si sé que no sé y si quiero saber. Si no parto de aquí, no tendré ningún interés en dialogar.
4. Tú dices menudo que la confianza es uno de los requisitos para poder practicar un auténtico diálogo. ¿Qué podemos hacer cuando esta confianza no se da?
Exacto. Para que un diálogo se dé, primero debo ser humilde y reconocer mi ignorancia. Esto me generará el deseo de aprender y conocer. Después tengo que reconocer que el otro tiene conocimientos que yo no tengo, que tienen valor. Y, por último, debo confiar en que mostrando mi ignorancia, siendo humilde y vulnerable, saldré ganando y no perdiendo. Que no me harán daño. Cuando esta confianza no se da, como es el caso de buena parte de la sociedad, debemos generar espacios seguros donde demostrar que el diálogo nos hace bien, nos ayuda y nos hace crecer, ¡que nos hace más humanos! Esto es lo que hacemos desde el Institute for Socratic Dialogue, la fundación que creé para promover el diálogo.
5. ¿Qué papel juega el diálogo en la integración de la ética en el día a día de las organizaciones?
Hoy es difícil -y probablemente peligroso- defender verdades universales maximalistas. Más allá de un cierto acuerdo de mínimos global, nuestros valores y principios deben ser pluralistas. Que sean pluralistas significa que no solo incorporan un respeto por la diferencia sino que entienden que los que son diferentes también tienen razón. En este marco ético, el diálogo es crítico y fundamental: sin el diálogo no podré acceder a la razón del otro, que también tiene razón. Las organizaciones que son capaces de dialogar serán capaces de entender las razones y preocupaciones de su entorno, de los que tiene a su alrededor y de quien depende. Esta comprensión la hará más humana y más competitiva a la vez -un binomio que no se ha entendido muy bien por parte de la mayoría de empresas. Las empresas con las que trabajamos desde el Institute for Socratic Dialogue hacen una transformación radical en este sentido ¡y es muy bonito de ver!
6. En 2015 grabaste el documental «Filosofía en la cárcel». Durante 11 semanas, 7 estudiantes de derecho y 7 presos de larga condena dialogan durante dos horas sobre su experiencia vital: felicidad, justicia, responsabilidad, miedo … ¿Qué aporta esta experiencia a los estudiantes, a los presos y a ti misma?
El «Filosofía en la cárcel» es un documental sobre un curso que hace 6 años que imparto en la carrera de Derecho de ESADE y por el que ya han pasado 15 grupos. El curso aporta un conocimiento a los estudiantes de derecho que no pueden tener a través de los libros: el conocimiento que proviene de la experiencia de sentarse a dialogar con personas que están sufriendo en su propia piel el resultado de las leyes que como estudiantes solo han memorizado. Esta vivencia los conecta y los despierta a un sentido y sensibilidad por la justicia que los hace más responsables como profesionales y como ciudadanos. A los presos, el hecho de que un grupo de estudiantes los escuche y se preocupe por ellos de manera genuina y desinteresada les hace sentir apreciados y valorados y les alimenta la esperanza de que fuera, a su salida, también habrá gente que se les escuche. A mí …. ¡tengo que escribir un libro para poder hacer justicia a todo lo que he aprendido y aprendo de esta experiencia!
7. También tienes la experiencia en el ejercicio del diálogo socrático en países como Irlanda del Norte, Guatemala, El Salvador o Colombia. ¿Las barreras al diálogo son comunes? ¿Cuáles son las principales y cómo se pueden superar?
Las barreras son siempre las mismas y solo se pueden superar con lo que decía antes: humildad, confianza y predisposición a mostrar la vulnerabilidad. Se pueden superar rompiendo los círculos viciosos y las espirales de desconfianza; creando espacios donde la gente se abra y se muestre, donde entiendan que los conflictos se dan porque están cerrados y no confían en los diferentes. En esto, como en todo, los líderes tienen una responsabilidad. Lo que me da más lástima es ir por el mundo creando estos espacios y no tener la oportunidad de hacerlo aquí, en casa, donde nos hace cada vez más falta …
8. Por último, en tres palabras, ¿qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?
Hacer que las decisiones sean humanas.