Coordinadora de la Federación Allem.
Licenciada en Derecho y Diplomada en Empresariales por la Universidad de Deusto. Máster en Derecho Europeo de la Universidad Autónoma de Barcelona.
1. ¿Qué te sugiere el concepto de ética de la responsabilidad radical?
En el ámbito de la responsabilidad social corporativa, me sugiere transgresión y autenticidad. Una política de RSC que no tiene su origen en un compromiso real con las personas y el medio ambiente, cuando no es auténticamente responsable y auténticamente social, puede ser una herramienta de marketing, pero, seguramente, no tendrá un impacto positivo real en la mejora de la vida de las personas.
Entiendo el concepto «ética de la responsabilidad radical», aplicado a la gestión de las organizaciones, como un cuestionamiento de la bondad de las diferentes metodologías de gestión en sí mismas.
La ética de la responsabilidad radical nos empuja a adoptar una actitud comprometida con la dignidad del ser humano, al cien por cien, de manera consciente y explícita, en cualquiera de los roles y funciones que desempeñamos, tanto desde las administraciones públicas y en el ejercicio de la política, como en las empresas y organizaciones sociales, ya la comunidad de la que formamos parte.
2. La Federación ALLEM está trabajando muy intensamente para avanzar hacia una atención centrada en la persona. ¿Qué implicaciones tiene, desde una perspectiva ética, poner las personas en el centro de las organizaciones?
La atención centrada en la persona nos ayuda a hacer real el respeto por la dignidad humana de todas las personas que integran la organización, y transforma la manera en que nos relacionamos con terceros a la comunidad.
Comienza, en las entidades socias de ALLEM, con el impulso de los profesionales y con el apoyo de expertos externos, provocando un cambio de actitud en la relación de los profesionales y de las familias, con la persona con discapacidad, con trastorno mental, o con cualquier otra situación de vulnerabilidad. Reconociendo esta persona como ciudadano de pleno derecho, con derechos y obligaciones, y con una necesidad de apoyo; querida, limitada y justificada; de acuerdo con su situación específica de vulnerabilidad, singular y única; y adaptada a cada momento y a las diferentes etapas de la vida.
Sigue con una transformación del modelo de servicios sociales de apoyo. Hoy los servicios, para nosotros, no se definen en edificios o espacios delimitados donde se hacen actividades regladas. En la práctica, los servicios están evolucionando para ser apoyos facilitadores, y acompañar a las personas, cuando lo necesitan, con mayor o menor intensidad, en los diferentes entornos de la organización y en la comunidad, en la construcción de su proyecto de vida.
Y esto lleva también a cambios en la gestión de las propias organizaciones, como organizaciones centradas en las personas, que buscan herramientas y hacen procesos de aprendizaje, para implicar en la toma de decisiones a todas las personas que constituyen la entidad, desde de las personas con discapacidad y sus familias, hasta los diferentes grupos de interés externos.
La atención centrada en la persona incide tanto en la relación de apoyo directo con las personas vulnerables, como en las relaciones con las personas de su entorno y, también, en las relaciones entre profesionales, en la gestión de los equipos y las organizaciones. En todos estos ámbitos se trabaja con relaciones entre personas, y se toman decisiones, afectando a la vida de sus protagonistas.
Por lo tanto, inevitablemente, a menudo nos encontramos ante conflictos éticos, donde hay valores en juego contrapuestos sobre los que no se puede tomar una decisión unilateral, desde una posición de autoridad técnica o de relación de poder. Es entonces cuando la deliberación ética sobre el caso concreto, o sobre la actuación de gestión concreta, es imprescindible, para ser coherentes con el compromiso con la dignidad de las personas.
3. Los colectivos con especiales dificultades encuentran, en la sociedad, barreras para desarrollar su proyecto de vida en plenitud. Desde un marco de corresponsabilidad, ¿qué papel deben jugar los diversos agentes para promover su inclusión?
La propia persona con ‘especiales dificultades’, en la medida de sus capacidades y su situación presente, cree cada vez más en las propias capacidades y reconoce dónde necesita apoyo, para actuar como ciudadano de pleno derecho, respecto a su propia vida y a la comunidad. Reconociendo los unos a los otros la condición de vulnerabilidad, como seres humanos, nos respetamos y damos espacio a la capacidad de cada uno para pedir apoyos y para prestarlos.
Cuando este reconocimiento recíproco no es posible, del todo o parcialmente, debido a una mayor vulnerabilidad, (por ejemplo, en nuestro ámbito, por un mayor grado de discapacidad intelectual), no dependerá tanto de la propia persona, sino más del compromiso y el respeto de los demás, hacia su dignidad como ser humano. Hacen falta entonces los apoyos, tanto del entorno personal como de los profesionales, públicos y de acceso universal, para garantizar el desarrollo de las capacidades, y el ejercicio de los derechos.
La familia y/o las personas del entorno cercano, con las que exista vínculo, cuando son conocedoras de las capacidades y dificultades de la persona, son imprescindibles para alentar, acompañar y facilitar el logro de su proyecto de vida.
Las entidades y los profesionales prestadores de servicios de apoyo, trabajando con las capacidades de los beneficiarios de sus servicios de apoyo, provocando que socialmente también sea así, y facilitando que las personas con discapacidad sean actores activos en la sociedad, cada uno como y donde pueda y quiera.
La comunidad, empresas, organizaciones económicas, sociales y culturales, reconociendo que hay que avanzar en el ejercicio de los derechos de las personas con discapacidad, dándoles el lugar que reclaman, como ciudadanos de pleno derecho y, por tanto, también, como trabajadores y trabajadoras, con los apoyos que sean necesarios, cuando sean necesarias.
Las administraciones públicas y nuestros representantes políticos, reconociendo que la inclusión no se alcanza solo con normativas y procedimientos administrativos. Sino que se necesitan también recursos económicos suficientes, formación de profesionales de apoyo, diálogo técnico permanente de calidad y capacidad para la flexibilidad o adaptación de los servicios de apoyo a las personas beneficiarias y no al revés.
Como ejemplo, las personas con discapacidad intelectual (colectivo mayoritario en las entidades de la Federación ALLEM), a lo largo de su vida y de acuerdo con sus necesidades, entendemos que deberían poder transitar, sin perder derechos, de servicios de apoyo especializados para la discapacidad, en entornos donde no se haga ninguna distinción por su condición de discapacidad. Igualmente, deberían poder compatibilizar diferentes servicios de apoyo social, con la formación y con el empleo, según su condición y edad. Hoy en Cataluña esto no es así, por diferentes causas legales, administrativas y económicas.
4. El sector de atención a las personas con discapacidad se encuentra en un momento delicado en el que varios factores (como el incremento del salario mínimo interprofesional) están situando a las entidades ante dilemas éticos que las hacen optar entre su viabilidad y los derechos de las personas a disfrutar de las mejores condiciones para desarrollar sus proyectos de vida. ¿Qué implicaciones suponen estas situaciones para las entidades? ¿Y para una federación como Allem?
No se trata de una opción dilemática, entre dos alternativas que excluyan la una a la otra. El respeto por la dignidad de las personas vulnerables y el compromiso para prestarles los apoyos lo más adecuados posible, son la razón de ser de las entidades sociales sin ánimo de lucro, y de los profesionales que forman parte de ellas. La viabilidad económica de las organizaciones sociales, y de los proyectos empresariales de los centros especiales de empleo, no son un fin en sí mismos, son el medio para poder cumplir con la función social, función que justifica que seamos receptores de recursos públicos.
Cuando esta lógica se tergiversa, por causas económicas y/o por otros intereses privados, cometemos un error de fondo grave, que nos perjudica a todos y cada uno de nosotros, como ciudadanos y como beneficiarios de los servicios sociales.
En las entidades de Lleida socias de ALLEM no queremos cometer este error y nos esforzamos por ser fieles a nuestra razón de ser, como organizaciones sociales de ámbito territorial, comprometidas con las personas y la comunidad.
Esto implica actuar al mismo tiempo en diferentes frentes, de manera coherente. Dando respuesta a las urgencias sociales y a las demandas de apoyo social cambiantes, no dejando a nadie excluido, por falta de plaza o de financiación pública. Reivindicando la defensa de derechos y la mejora de la financiación pública de los servicios de apoyo, en su ejercicio, como dos caras de una misma moneda, que no se pueden desligar la una de la otra. Y llevando a cabo la transformación de los servicios de apoyo y de las organizaciones, centradas en las personas. Con un único fin, por las personas en el territorio.
No lo podríamos hacer solas, lo hacemos necesariamente cooperando, construyendo red local y territorial, con todos los actores, públicos y privados, que estamos implicados.
Para poder continuar cumpliendo con nuestra función social, necesitamos relacionarnos con los gobiernos y las administraciones públicas, en un marco estable y de confianza mutua, que nos permita poder dar respuesta a las urgencias y al corto plazo, y, al mismo tiempo, evolucionar, en beneficio de las personas vulnerables o directamente excluidas, tanto a nivel técnico social, como a nivel legal y económico.
El incremento del salario mínimo interprofesional es un hecho beneficioso para los trabajadores y trabajadoras con discapacidad. Este hecho se suma a otras circunstancias económicas y sociales, que ponen en riesgo el modelo de empleo protegido catalán, para personas con discapacidades, con especiales dificultades para la inserción social y laboral. Es por ello que, a corto plazo, y con carácter urgente, necesitamos una ayuda pública para poder garantizar los puestos de trabajo protegido en los centros especiales de empleo sociales catalanes. Y eso es lo que estamos pidiendo hoy a los gobiernos estatal y catalán, cada uno en su ámbito competencial.
Asimismo, y desde hace años, estamos abordando el fondo de la cuestión del modelo de empleo protegido catalán, defendiendo los derechos de las personas con discapacidad. En el día a día de las organizaciones sociales, buscando respuestas concretas, para cada una de las personas con discapacidad, que trabajan o piden un trabajo en los centros especiales de empleo. Y en la interlocución con el Gobierno y el Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias, a través de nuestras organizaciones representativas, de segundo y tercer nivel, como demuestra la reciente presentación pública del Libro Blanco para la formación, empleo y ocupación de las personas con discapacidad y especiales dificultades en los centros especiales de trabajo, el pasado 17 de junio.
Cuando se simplifica esta cuestión, que es compleja, y se trata sólo desde un punto de vista, ya sea desde defensa de los derechos laborales, o ya sea desde la viabilidad económica del proyecto empresarial, nos estamos olvidando de las personas beneficiarias de los servicios sociales de apoyo para el empleo protegido, y perdemos la razón de ser que nos legitima.
5. Muchas organizaciones tienen marcos de referencia éticos, como códigos, comités… ¿esto asegura que la ética esté presente en el día a día?
Estamos trabajando con un marco ético consensuado y explícito, como conjunto de valores de referencia, revisable periódicamente. Este es el marco paraguas que construimos colaborativamente, de manera participada, como Federación ALLEM. Cada entidad asociada, asumiendo el marco ético de referencia compartido, adopta los valores propios, los que mejor la definen, de acuerdo con el su cultura organizativa y su entorno concreto.
La estructura ética descrita no es suficiente en sí misma, no podemos presuponer que la respetamos en todo, solo por el hecho de ser identificadas como entidades sociales. Tanto en el ámbito de la Federación, como cada una de las entidades federadas a ALLEM, queremos difundir, formarnos, actuar y evaluar cómo actuamos de acuerdo con los valores compartidos. Reforzando así el compromiso personal, libre y voluntario, de los que integramos las organizaciones. Muchas de las condiciones sociales, económicas y laborales actuales no nos ayudan.
Es el compromiso personal, también en el ámbito profesional, lo que hace posible que los valores estén integrados de manera consciente en la práctica, en la actitud hacia los demás, y que filtren hacia la comunidad, donde se nos identifique con estos valores y los aportamos con ánimo transformador.
6. En la Federación Allem estáis apostando por incorporar métodos de deliberación ética en la toma de decisiones estratégica. ¿Implica algún cambio en los procesos de deliberación habituales? ¿Cuál?
Habrá que contar con los actores implicados, valorar cómo no causar daños irreparables, y sopesar los efectos de las soluciones extremas, para llegar a respuestas concretas compartidas, específicas para cada situación, con propuestas de acción ponderadas, que respeten el máximo posible los valores en juego. Después habrá que mantener la coherencia con la decisión tomada, tanto en la ejecución como en el seguimiento de sus efectos. Y, si es necesario, revisarla, retomar el proceso de deliberación.
La deliberación ética es una dinámica con la que trabajamos en el Espacio de Reflexión Ética de la federación y en los Espacios de Reflexión Ética de las entidades federadas, y que queremos extender también a otros ámbitos de toma de decisiones, para contribuir a la evolución de las entidades, como organizaciones centradas en las personas.
7. Por último, en tres palabras, ¿qué significa para ti incorporar la ética en la toma de decisiones?
Dignidad del ser humano, respeto y coherencia.